Reducir al mínimo

Las líneas puras y los materiales exquisitos de Ward Bennett han definido el diseño de finales del siglo veinte. WHY hace homenaje a su carrera y a la reproducción de algunas de sus piezas clásicas.


Escrito por Paul Makovsky

El diseñador Ward Bennett se sienta entre docenas de sillas apiladas.

En 2003, cuando falleció Ward Bennett a los 85 años, el New York Times lo describió como “un diseñador neoyorquino de muebles, casas y mucho más, cuyas líneas puras y exquisitos materiales, discretamente definieron una era”. A lo largo de su carrera que abarcó más de cinco décadas, Bennett diseñó todo tipo de productos, desde joyas y cubiertos, hasta sillas y casas. Un maestro de la simplicidad funcional, su filosofía fundamental fue: “tanto en la vida como en el diseño, trata de reducir todo al mínimo”. Sin embargo, una década después de su muerte, no existen monografías acerca de su trabajo y, a pesar de haber sido aclamado como un gran diseñador de Estados Unidos que en la década de 1980 tuvo el mejor momento de su carrera y recibió una medalla del Instituto Estadounidense de Arquitectos y apareció en las portadas de las revistas Metropolis e Interiors), su nombre nunca se hizo muy conocido.

Bennett nació en 1917 y creció en Washington Heights, en Upper Manhattan. Su padre era actor de vodevil y su madre, equilibrista. La familia viajaba por todo el país, desde Saratoga y Miami, hasta Maryland y California. “En casa, no existía la cultura para nada”, recordaba Bennett en una entrevista muchos años atrás. “O sea, cultura para nosotros era el vodevil. En mi infancia, solo recuerdo haber visto a mi padre actuar una o dos veces. Cuando aparecieron las películas con sonido se quedó sin trabajo y no logró triunfar, así que nos mudábamos bastante y vivíamos algo desaliñados... Tuvimos algunos problemas familiares y llegamos al punto en el que uno de los dos tuvo que marcharse”.

Bennett loved working with flexible, linear materials such as reed—“you get a lovely sweep from reed”—to achieve the graceful lines that are characteristic of his furniture. (His classic 1964 Landmark chair, above, is once again available with a cane back. Photo by François Dischinger.

Para obtener las líneas delicadas que son características de sus muebles, Bennett amaba trabajar con materiales flexibles y lineales como la caña - “se logra un movimiento hermoso con las cañas”. Su silla clásica Landmark de 1964, que se puede ver arriba, vuelve a estar disponible con un respaldo hecho con cañas. Fotografía de François Dischinger.

Tras haberse salido de su hogar a los 13 años, Bennett consiguió trabajo como repartidor en la industria de lencería de seda para damas en Nueva york, y comenzó a tomar clases nocturnas de diseño de indumentaria hasta que finalmente consiguió un trabajo dibujando para Jo Copeland, con quien ganaba 75 dólares por semana. A los 14, trabajaba para Saks Fifth Avenue, haciendo dibujos de trajes de novia, y dos años más tarde, viajo a Francia en el Queen Mary , como asistente en una empresa llamada Joe and Junior (que se especializaba en moda para adolescentes) para dibujar las colecciones de alta costura de París . “Estaba tan asustado que me tropecé en la escalera del comedor de primera clase y caí en medio de los Crêpes Suzettes”, cuenta. “Era la primera vez que usaba un esmoquin; me lo había prestado un mesero”.

Tras su paso por el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, regresó a Nueva York y consiguió un trabajo armando escaparates y diseñando pieles para Hattie Carnegie, una conocida diseñadora de modas quien entre sus clientes tenía a Joan Crawford y la Duquesa de Windsor. Por las noches, estudiaba con el pintor expresionista abstracto Hans Hofmann. “Él montaba una escena de naturaleza muerta, y la dibujábamos en blanco y negro con carboncillo”, recordaba Bennett. “Y hacíamos esto solo para explorar las tensiones que existían en ese espacio. Lo que sobresalía, lo que se proyectaba. Básicamente sus grandes ideas, su amor, su poesía, era el espacio; lo que estaba sucediendo en el espacio. Y desde ese momento, he lidiado con ello”.

Regresó a París gracias a la ley G.I. Bill (Servicemen's Readjustment Act) a estudiar escultura brevemente con Ossip Zadkine. (A Bennett no le gustaba su trabajo para nada: “era demasiado intelectual”). Allí conoció a uno de sus héroes, el escultor parisino Constantin Brancusi, quién marco profundamente a Bennett. “Su estudio era el paraíso; un sueño”, dijo Bennett. “Brancusi tenía un tipo de honestidad e integridad, un genio, que me convenció de no convertirme en escultor en ese momento”. Allí también conoció al arquitecto, pintor y teórico Le Corbusier, y comenzó a pensar seriamente en la arquitectura moderna y en su relación con los interiores y la decoración.

En 1946, Bennett viajó a México y pasó un año con la artista Lydia Modi, diseñando joyas modernistas que más adelante se exhibieron en el Museo de Arte Moderno. Gracias a su amistad con el diseñador Benjamin Baldwin, trabajó en los interiores del Terrace Plaza Hotel en Cincinnati, un hotel moderno de estilo internacional muy importante, diseñado por Skidmore, Owings and Merrill, cuyo diseño, estética y tecnología eran tan avanzados para su tiempo que la gente, en broma, lo llamaba “el palacio automático”. El hotel contaba con el primer “sky lobby” del mundo, además de unos interiores maravillosos que exhibían arte moderno, entre ellos un móvil de Alexander Calder y murales de Saul Steinberg y Joan Miró. (Los candelabros de Bennett, instalados en el Gourmet Lounge, eran de discos de bronce cortados y forjados a mano, con cortes sencillos que evocaban al arte chino).

For the design of Mirella and Robert Haggiag's New York apartment, Ward Bennett kept everything below window height to preserve the views of Central Park. Photo by Dean Kaufman.

Para el diseño del departamento de Nueva York de Mirella y Robert Haggiag, Ward Bennett mantuvo todo por debajo de la altura de las ventanas a fin de preservar la vista a Central Park. Fotografía de Dean Kaufman.

La gran oportunidad de Bennett, sin embargo, se presentó más adelante, en 1947, cuando tuvo su primer encargo de diseño de interiores: en el penthouse de Harry Jason y su esposa (la hermana de su cuñada). En ese departamento, combinó con gran destreza las antigüedades Biedermeier de la familia con mobiliario de estilo contemporáneo y pinturas enmarcadas en una paleta monocromática de grises que iban de más pálidos a más profundos. Su experiencia en el mundo de la moda lo ayudó a definir un concepto de elegancia, y sus conocimientos para armar escaparates le dieron la confianza para elegir, trabajar y acomodar objetos de calidad y lograr que todo tuviera la iluminación adecuada. Cuando su proyecto se publicó en el New York Times, se describió como “la historia de un éxito moderno” y Bennett comenzó a hacerse conocido como diseñador de interiores de estilo minimalista; estilo que, en ese momento, el periódico describió como “falta de muebles”.

 En un perfil de Bennett publicado en la revista Interiors en 1951, la editora Olga Gueft lo describe como “un hombre firme, de estatura media y espalda ancha... Viste caqui desgastado y camisa remangado, pero su ropa está tan bien planchada que no se ve para nada informal. Sus ojos, muy azules, son los de un niño, y se achinan constantemente con entusiasmo y afabilidad, pero cuando están en reposo son diligentes, conocedores y extremadamente atentos. Su amplia frente y nariz prominente están bronceadas, y el sol le ha blanqueado las cejas varios tonos más claro que el pelo rapado que cubre la cabeza como un cepillo de color marrón”.

A principios de la década de los 50, el departamento de Bennett, ubicado en la calle East 72nd en Manhattan, combinaba muebles de teca empotrados a la pared con antiguas sillas de biblioteca estilo English Regency, pinturas en pergaminos chinos y pantallas de vidrio verde que pertenecían a una antigua tienda de relojes, estas se sujetaban a las lámparas con un gancho a presión. Todo esto transmitía una sensación amplia y sobria. Bennett fue uno de los primeros diseñadores estadounidenses en explorar las salas de estar en desnivel; esa fue su manera de eliminar el exceso de muebles y de adaptar materiales y equipo industrial al hogar. Utilizó rejillas como las que se encuentran en el metro para esconder radiadores y una camilla de hospital para hacer una mesa para bebidas; las combinó con otros componentes de catálogos industriales mucho antes de que el estilo “high-tech” se volviera popular en la década de los 70.

La filosofía minimalista de Bennett provenía diversos intereses: desde visitar los hogares y estudios de Le Corbusier y Brancusi (“Una cosa es ver lejos, la otra es llegar hasta allí”, una de las citas preferidas de Bennett ), hasta las ideas del Budismo Zen y los escritos de Montaigne, Walt Whitman y Henry Thoreau “Nuestra vida se desperdicia en los detalles... simplificar, simplificar,” fue otra cita favorita Bennett.

“Bennett fue uno de los primeros diseñadores estadounidenses en explorar las salas de estar a desnivel; esa fue su manera de eliminar el exceso de muebles y de adaptar materiales y equipo industrial al hogar. Utilizó rejillas como las que se encuentran en el metro para esconder radiadores y una camilla de hospital para hacer una mesa para bebidas; las combinó con otros componentes de catálogos industriales mucho antes de que el estilo “high-tech” se volviera popular en la década de los 70.”

 A number of pieces from Ward Bennett's portfolio are part of the permanent collection at MoMA, including a variety of tabletop objects. Clockwise from top left: a black crystal vase for Salviati & C, 1965; stainless steel Double Helix Flatware for Sasaki, Japan, 1985; A lens glass and nickel paperweight for Hermes, 1955; a crystal vase for Salviati & C, 1960. © The Museum of Modern Art/Licensed by SCALA / Art Resource, NY

Algunas de las piezas creadas por Ward Bennett forman parte de la colección permanente del MoMA; entre ellas, diversos objetos decorativos. Desde la izquierda superior en dirección de las agujas del reloj,: jarrón negro de cristal para Salviati & C, 1965; cubiertos Double Helix de acero inoxidable para Sasaki, Japón, 1985; pisapapeles de níquel y lente de vidrio para Hermes, 1955; jarrón de cristal para Salviati & C, 1960. © The Museum of Modern Art/Otorgado bajo licencia por SCALA / Art Resource, NY

Bonnie Mackay, directora de BMackay Consulting, y exdirectora de tendencias de vajillas en Bloomingdale’s, colaboró con Bennett en la creación de diversas colecciones icónicas de cubiertos y vajilla en la década de los 80. Describe a Bennett como un explorador incansable quien le enseñó a serlo también. “Ward me enseñó que el buen diseño es atemporal”, dice. “Y que era más importante mirar profundamente al diseño y su forma, su elocuencia; y cómo un detalle en un objeto puede afectar a otro completamente diferente. Me hacía cerrar los ojos y sentir los objetos con la punta de los dedos, sentir cómo se balanceaba un tenedor en mis manos”. También creía que era necesario fabricar modelos de diferentes materiales y tamaños para confirmar el funcionamiento del diseño antes de enviarlo a la consideración de producción.

 El encargo que Bennett recibió a través del arquitecto Armand Bartos para trabajar en las oficinas de Crown Zellerbach del distrito central de Nueva York fue su inspiración para diseñar su primera colección de muebles hechos a la medida para Lehigh Furniture Company. Bennett consideró que era cuestión de orgullo: “¿Por qué debo comprar en un almacén al por mayor? ¿Por qué no lo hago yo mismo? Es tan sencillo”. En 1964 comenzó su colaboración con Brickel Associates diseñando muebles, telas y algunas lámparas; y en 1987 empezó a trabajar con Geiger International, quienes todavía producen sus muebles en la actualidad. En total, diseñó más de 150 sillas en su carrera.

Al ser hospitalizado tras un accidente de esquí que le provocó una lesión en la espalda, Bennett comenzó a pensar más en cómo un diseño de una silla debía basarse en brindar apoyo a la anatomía humana y no solamente en el estilo y el contexto de dónde se usaría esa silla. Trabajó con especialistas, como el Dr. Howard Rusk, quien lo ayudó, a través de distintos ejercicios, a resolver el problema de la zona lumbar, y la Dra. Janet Travell (quien había tratado a John F. Kennedy por su problema de espalda) quien le enseñó a sentarse correctamente y le indicó a qué debía prestarle atención al momento de buscar una silla. (La doctora consideraba que una silla baja con apoyo lumbar era preferible). “Aprendí que era mejor sentarse bien hacia atrás en la silla y no solo apoyarse en ella, y que era importante que las sillas tuvieran apoyabrazos”, dijo en una ocasión. “Considero que los apoyabrazos, en orden de importancia, se encuentran en segundo lugar después del apoyo lumbar”. Bennett creía que cualquiera que se interesara en el diseño de sillas debería comenzar por la inclinación, el ángulo ideal que se forma entre el asiento y el respaldo que asegura un apoyo firme para la zona lumbar.

Como diseñador, Bennett fue un evolucionista adaptable que prefirió considerar tipologías tradicionales, como una silla Bentwood o un diseño francés del siglo XVIII, como puntos de partida para mejorarlos. Su icónica silla Scissor por ejemplo, diseñada en 1968, se basó sobre en la inclinación de una silla Brighton Beach del siglo XIX que él tenía y admiraba. Era una técnica que usaba con frecuencia: elegía una silla que encontraba cómoda, tomaba su inclinación como punto de partida, y creaba una versión simplificada. Prefería materiales naturales como la madera, el cuero y las telas teñidas y tejidas a mano.

“Ward me enseñó que el buen diseño es atemporal, y que es mucho más importante mirar profundamente un diseño y su forma, su elocuencia; y cómo un detalle en un objeto puede afectar a otro completamente diferente. Me hacía cerrar los ojos y sentir los objetos con la punta de los dedos, sentir cómo se balanceaba un tenedor en mis manos.”

- Bonnie Mackay

An early sketch for Bennett's University Chair, which reflects his start in fashion as a pattern maker.

Uno de los primeros dibujos para la silla University de Bennett; refleja sus comienzos en el mundo de la moda como diseñador textil.

Bennett aprovecho su experiencia como diseñador textil en el mundo de la moda, y prefería diseñar una silla usando un armazón de cartón. Es por eso que, para obtener las líneas gráciles que son características de sus muebles, Bennett amaba trabajar con materiales flexibles y lineales como la caña: “se logra un adorable movimiento con las cañas”. (Su clásica silla Landmark de 1964, con la calidad escultural que se expresa en la estructura de la madera expuesta, vuelve a estar disponible con un respaldo hecho con cañas). “Comienzo por la inclinación y luego trabajo con muselina, una engrapadora y cartón”, explica Bennett. “Por ejemplo, si quisiera convertir una silla de respaldo bajo en una silla de respaldo alto, tomaría un par de clips fotográficos y sujetaría un enorme pedazo de cartón. Y luego dibujaría sobre el cartón hasta lograr la forma deseada. Es un armazón que no difiere de una escultura o, incluso, del diseño de un vestido”.

Similarmente, el diseño de la silla Shellback de Bennett de 1979 se diseñó teniendo en mente diversas referencias. Combinaba la imagen natural de una concha de mar con indicios de Art Nouveau y de Josef Hoffmann, y se tapizó el respaldo de forma acanalada, con costuras a mano, en tela o cuero. A mediados de la década de los 70, cuando los escritorios comenzaban a deshacerse de sus cajones para pasar a ser escritorios-mesa, Bennett recurrió a la lujosa era del Art Deco a fin de restituir ciertos ideales pasados de moda. (Para un escritorio que lanzó en 1977, incluyó un espacios para las rodillas y un panel de cajones a cada lado). El sofisticado sofá Rolled Arm, con su forma sólida y su tapizado de líneas concisas, le otorga una presencia casi escultural a cualquier espacio; y la popular silla Bumper, por ejemplo, diseñada en 1964 que hoy vuelve a producir Geiger, se creó sobre la base de la silla giratoria George Washington, con un asiento corto y envolvente, individual, desplazamiento suave y buen apoyo lumbar. “Las sillas deben tener asientos bajos”, dice Bennett, “porque de ese modo los pies descansan en el piso y así se reduce la presión”.

Inspirado en varias fuentes, desde un vestido de noche de la diseñadora de modas Madeleine Vionnet o las puertas de París del siglo XVIII de Claude-Nicholas Ledoux, hasta el Templo de Horus en Egipto o una silla de cuero estilo victoriano, Bennett creía que los muebles bien diseñados y bien fabricados de cualquier época podían coexistir felizmente. “No entiendo por qué sería necesario eliminar el pasado”, decía. “Cualquier combinación es posible siempre que las piezas sean buenas. Es lo mismo tener muebles ingleses del siglo XVIII o esculturas precolombinas siempre que sean hermosos o que contribuyan básicamente al ambiente total... Deberíamos poder usar buenas piezas antiguas como parte de nuestro vocabulario de diseño, dentro de un moderno entorno de diseño”. Y al simplificar las líneas de las piezas históricas, pudo transformarlas en trabajos realmente originales.

Based on George Washington's iconic, 18th-century swivel chair, the design for Bennett's Bumper Chair (pictured above) is once again available through Geiger. Photo by François Dischinger.

Sobre la base de la icónica silla giratoria George Washington del siglo XVIII, el diseño de la silla Bumper de Bennett (que se muestra arriba) vuelve a estar disponible a través de Geiger. Fotografía de François Dischinger.

Bennett creía que los objetos y el mobiliario de una habitación debían tener validez cultural para constituirse en elementos de diseño. “No son cosas que la gente sencillamente sale a comprar, deben tener un significado para el interior y para el cliente”, dijo. “Colgar un cuadro no es solo decorar; es un concepto del espacio. Cuando un cuadro se cuelga en el sitio correcto, se convierte en un elemento necesario sin el cual el diseño del interior estaría incompleto”.

Mackay todavía recuerda a Bennett como una persona concentrada e intrépida: “Tenía un gusto exquisito”, dice. “Pude verlo en cada detalle de su vida, desde su hogar hasta su ropa y su comida y, por supuesto, sus diseños. Fue mi mentor y me abrió la puerta a su mundo del diseño y me enseñó a apropiarme del diseño más simple y elocuente que se podía encontrar en cualquier parte: desde una libélula hasta la lona de la vela de un velero”.

A pesar de su incansable dedicación al oficio, en última instancia, Bennett creía que la manera como uno vivía era mucho más valiosa que cómo uno se ganaba la vida. Para su propia vida, prefería la tranquilidad. Cuando no estaba trabajando, pasaba la mitad del tiempo en el campo, haciendo jardinería, diseñando, trabajando con cerámica y viajando. “Todo esto no requiere demasiado dinero”, dijo. “Siempre lo he hecho”. A pesar de haber sido un diseñador inmerso en lujos y en el negocio de agregar valor a la experiencia estética de las personas, siempre vio claramente la diferencia entre el trabajo y la vida. “Diseño interiores, muebles, vajilla y demás”, dijo a Barbaralee Diamonstein-Spielvogel en una entrevista en 1981. “Pero creo que lo más significativo es la manera en que vivo”. 

Paul Makovsky es el director editorial de la revista Metropolis. Actualmente trabaja en la publicación de un libro acerca de la vida y obras de Ward Bennett.